martes, 12 de noviembre de 2013

"Escribir me libera, pero tus tetas me esclavizan"

Acabo de leer la frase que titula este post en twitter y me he parado a reflexionar sobre las razones por las que este blog da ascopena a raudales. Escribo entre poco y nada aquí. Lo sé. Supongo que debería buscar los motivos que me llevan a escribir. 

Mujeres. Siempre son mujeres. Casi siempre vengo a desahogarme aquí cuando tengo traumas con mujeres, del tipo que sean. Escribo con la esperanza de que nunca tenga que volver a hacerlo, pero siempre acabo volviendo aquí aunque no quiera. El último episodio de mi vida amorosa ha sido un remake del anterior. Más corto, con menos efectos especiales y con menos desnudos. Con ninguno, vaya. Pero el caso es que ya escribí sobre él aquí y repetirme sería faltar al respeto a mis legiones de lectores (JAJAJAJAJAJAJAJA) por lo que hoy trataré de forma más amplia mi problema con las mujeres: Tengo demasiadas amigas y pocas conocidas. 

Quiero creer que soy un buen tipo, que empatizo tanto con ellas porque me presto a escucharlas y me importan sus problemas. Nada más alejado de la realidad. Esta estrategia es lo que yo denomino mi ventaja competitiva, mi forma de hacerme hueco en el mercado. Hablemos claro, soy feo, estoy gordo y no sé ligar. No es algo que me preocupe porque yo he elegido ser así por una serie de razones que detallaré en otro post, algún día lejano. Teniendo claras estas premisas, explicaré porque ser amigo de las mujeres que te quieres tirar es una puta mierda como el culo de Carmen Colino. 

La famosa friend zone, sí. Yo creía que era un mito, una excusa de las tías para no tirarse a chicos feos. Pero no, existe. Las mujeres la sienten como suya. Mi experiencia personal me ha hecho ver que las mujeres suelen ser más sinceras de lo que pueda parecer y cuando te dicen algo así es porque de verdad sienten que es la mejor forma de proceder. También cabe la posibilidad de que yo sea tonto y me engañen como quieran, pero ese es otro tema. 

El problema con el que yo me encuentro a la hora de buscar posibles hembras receptivas a las relaciones sexuales es ese. Mi inteligencia (relativa) extiende cheques que ni mi cuerpo ni el resto de mis habilidades para el cortejo pueden pagar, por lo que en un mercado tan competitivo como este, carezco de demanda. Como la gente se saca las habichuelas como puede, decidí renunciar a ligar de la forma común y centrarme en otras formas de conquistar vaginas femeninas: Fiar el resultado de toda operación a mi labia. Intento conseguir follamigas, vaya. A alguien como yo, esta forma de proceder puede abrir puertas con las que jamás soñamos, pero también cierra otras muchas de por vida, porque hay amigas que no quieren ponerse el prefijo "folla" por una mera cuestión ética (o porque la otra parte interesada es fea, no lo tengo claro) por supuesto, es algo totalmente respetable y la culpa es mía por jugar a ese juego, lo sé bien. 

La pregunta fuerte viene ahora: Si ese no es el camino correcto, qué nos queda? Quede claro que mis intenciones no son tratar a las mujeres como objetos ni jugar con sus sentimientos, para nada. Tampoco pretendo tirarme modelos ni hembras despampanantes. Sólo quiero echar un polvo de vez en cuando como todo el mundo. Siempre he sido sincero respecto a mis intenciones, fueran las que fueran. Pero no puedo evitar la sensación de estar perdiendo el tiempo. Quizá la solución sea cambiar radicalmente mi aspecto para ser más atractivo para las mujeres, pero eso sería ir contra algunos de mis principios. Y muy pocas vaginas en el mundo merecen que alguien traicione sus principios por ellas. 

Malditas mujeres.

miércoles, 26 de junio de 2013

Ojeras.

Me encantan las tías con ojeras. Las ojeras son sexys, pero, ¿qué las hace sexys? La propia cara demacrada por el no dormir, no creo. Siempre es más bello un rostro sano, nos da tranquilidad. Pero si yo quisiese tranquilidad me compraría una tortuga. 

Lo que mola de las ojeras es lo que va ligada a ellas, el trauma, el sufrimiento, el desorden. Cuando veo una chica que tiene en las ojeras un rasgo distintivo, me pregunto qué es lo que las motiva. Ese universo de posibilidades es lo que me pone. No os lo he comentado, pero supongo que ya lo habréis deducido: Me encantan los juguetes rotos, amo profundamente a esas personas estropeadas. Con ellas todo es más puro. No son individuos prefabricados por los patrones la MTV y la SuperPop, o de cualquier cultura urbana digna de mencionarse como tal. Son gente de verdad, y al mostrarse tal y como son, todo lo que te ofrecen es mucho más real. Con una novia con ojeras no existe la dolorosa etapa de la idealización, ni el aún más doloroso fin de la misma. Es por eso que me atraen tanto, porque a ellas me las creo, sé que puedo ser yo mismo con ellas, porque ellas no se molestan en ocultarse de mí tampoco. Pero ah, no creáis que con eso conocéis a una chica así. 

Lo realmente bueno de esas chicas es que son todo un mundo en si mismas, son un océano entero de un centímetro de profundidad. Son tan fáciles de leer pero a la vez tan interminables, que el aprendizaje nunca se detiene. Con ellas el enriquecimiento se convierte en rutina, pero no una rutina tediosa que da claustrofobia, la sensación es diametralmente opuesta. Pues el mundo entero se convierte en tu cárcel. 

Lo que quiero decir con esto es que te quiero. 

miércoles, 19 de junio de 2013

Lo que tengo detrás de mí.

Confieso que iba a escribir algunas soplapolleces sobre, literalmente, lo que tengo detrás de mí. Un profesor me lo recomendó para desarrollar soltura al escribir. Podría empezar hablándoos de la pared blanca y sosa que tengo detrás de mi calvo cogote. Ese blanco apagado con burbujas que hay en tantísimas paredes más interesantes que la de mi habitación en mi pìso de alquiler. Podría hablaros de mi armario, abierto de par en par, con mis pantalones cortos, mis camisetas de equipos de fútbol y mis jerseys, que desprenden un aroma de optimismo, porque hay que tener moral para pretender ponerse un jersey en Valencia en pleno Junio.

Lo que realmente me fascina de todo lo que tengo detrás de mí es el hecho de que sé sin mirar qué es lo que tengo detrás. Cómo en tan poco tiempo he conseguido memorizar todos los elementos de esta habitación. Pienso sobre la causa de este hecho y me doy cuenta de que no he tardado poco tiempo en memorizarlo todo. Conozco a la perfección todo lo que compone mi mundo porque siempre lo distribuyo de la misma forma, porque es lo que me funciona y lo que me resulta conocido, pero así sólo consigo caer en los mismos vicios de siempre y cometer los mismos errores. Quizá lo sabio no sea el miedo a lo desconocido. Quizá la actitud más sabia sea tener miedo a lo que nos es conocido.

A lo tonto no os he contado exactamente qué tengo detrás de mí. Pero os hacéis una idea, verdad?

miércoles, 13 de febrero de 2013

Estalactita.

Es como una estalactita, gota a gota, paso a paso, la vida te va dando golpecitos, uno a uno, como las gotas con pequeños restos minerales en forma de arenilla que van formando una estructura vertical que da lugar a una estalactita. Y tú estás abajo, recibiendo cada gota, volviéndote de piedra poco a poco. Notas como toda esa arena que llevan las gotas se te mete dentro, te cala los huesos y te endurece. ¿Y qué puedes hacer tú? nada. Te secas el agua, y a otra cosa, pero la arenilla está dentro de ti, impidiendo que te muevas cada vez más. 

Somos simple y llanamente la suma de nuestras decepciones, de nuestros desamores, de todo aquello que nos hace daño. Cuando somos pequeños y nos quemamos por primera vez en el fuego,  aprendemos que no debemos volver a poner la mano en él. Este fenómeno se da con todo, llega un momento en nuestra vida en el que somos simplemente un conjunto de reacciones ante las cosas que nos dan miedo, nos llevamos tantos palos que al final bajamos la vista sólo con ver la vara, es nuestra naturaleza, nos mantenemos alejados de las cosas que nos hacen daño.