Lo que mola de las ojeras es lo que va ligada a ellas, el trauma, el sufrimiento, el desorden. Cuando veo una chica que tiene en las ojeras un rasgo distintivo, me pregunto qué es lo que las motiva. Ese universo de posibilidades es lo que me pone. No os lo he comentado, pero supongo que ya lo habréis deducido: Me encantan los juguetes rotos, amo profundamente a esas personas estropeadas. Con ellas todo es más puro. No son individuos prefabricados por los patrones la MTV y la SuperPop, o de cualquier cultura urbana digna de mencionarse como tal. Son gente de verdad, y al mostrarse tal y como son, todo lo que te ofrecen es mucho más real. Con una novia con ojeras no existe la dolorosa etapa de la idealización, ni el aún más doloroso fin de la misma. Es por eso que me atraen tanto, porque a ellas me las creo, sé que puedo ser yo mismo con ellas, porque ellas no se molestan en ocultarse de mí tampoco. Pero ah, no creáis que con eso conocéis a una chica así.
Lo realmente bueno de esas chicas es que son todo un mundo en si mismas, son un océano entero de un centímetro de profundidad. Son tan fáciles de leer pero a la vez tan interminables, que el aprendizaje nunca se detiene. Con ellas el enriquecimiento se convierte en rutina, pero no una rutina tediosa que da claustrofobia, la sensación es diametralmente opuesta. Pues el mundo entero se convierte en tu cárcel.
Lo que quiero decir con esto es que te quiero.