miércoles, 26 de junio de 2013

Ojeras.

Me encantan las tías con ojeras. Las ojeras son sexys, pero, ¿qué las hace sexys? La propia cara demacrada por el no dormir, no creo. Siempre es más bello un rostro sano, nos da tranquilidad. Pero si yo quisiese tranquilidad me compraría una tortuga. 

Lo que mola de las ojeras es lo que va ligada a ellas, el trauma, el sufrimiento, el desorden. Cuando veo una chica que tiene en las ojeras un rasgo distintivo, me pregunto qué es lo que las motiva. Ese universo de posibilidades es lo que me pone. No os lo he comentado, pero supongo que ya lo habréis deducido: Me encantan los juguetes rotos, amo profundamente a esas personas estropeadas. Con ellas todo es más puro. No son individuos prefabricados por los patrones la MTV y la SuperPop, o de cualquier cultura urbana digna de mencionarse como tal. Son gente de verdad, y al mostrarse tal y como son, todo lo que te ofrecen es mucho más real. Con una novia con ojeras no existe la dolorosa etapa de la idealización, ni el aún más doloroso fin de la misma. Es por eso que me atraen tanto, porque a ellas me las creo, sé que puedo ser yo mismo con ellas, porque ellas no se molestan en ocultarse de mí tampoco. Pero ah, no creáis que con eso conocéis a una chica así. 

Lo realmente bueno de esas chicas es que son todo un mundo en si mismas, son un océano entero de un centímetro de profundidad. Son tan fáciles de leer pero a la vez tan interminables, que el aprendizaje nunca se detiene. Con ellas el enriquecimiento se convierte en rutina, pero no una rutina tediosa que da claustrofobia, la sensación es diametralmente opuesta. Pues el mundo entero se convierte en tu cárcel. 

Lo que quiero decir con esto es que te quiero. 

miércoles, 19 de junio de 2013

Lo que tengo detrás de mí.

Confieso que iba a escribir algunas soplapolleces sobre, literalmente, lo que tengo detrás de mí. Un profesor me lo recomendó para desarrollar soltura al escribir. Podría empezar hablándoos de la pared blanca y sosa que tengo detrás de mi calvo cogote. Ese blanco apagado con burbujas que hay en tantísimas paredes más interesantes que la de mi habitación en mi pìso de alquiler. Podría hablaros de mi armario, abierto de par en par, con mis pantalones cortos, mis camisetas de equipos de fútbol y mis jerseys, que desprenden un aroma de optimismo, porque hay que tener moral para pretender ponerse un jersey en Valencia en pleno Junio.

Lo que realmente me fascina de todo lo que tengo detrás de mí es el hecho de que sé sin mirar qué es lo que tengo detrás. Cómo en tan poco tiempo he conseguido memorizar todos los elementos de esta habitación. Pienso sobre la causa de este hecho y me doy cuenta de que no he tardado poco tiempo en memorizarlo todo. Conozco a la perfección todo lo que compone mi mundo porque siempre lo distribuyo de la misma forma, porque es lo que me funciona y lo que me resulta conocido, pero así sólo consigo caer en los mismos vicios de siempre y cometer los mismos errores. Quizá lo sabio no sea el miedo a lo desconocido. Quizá la actitud más sabia sea tener miedo a lo que nos es conocido.

A lo tonto no os he contado exactamente qué tengo detrás de mí. Pero os hacéis una idea, verdad?