lunes, 30 de abril de 2012

Malas personas.

Ya lo decía Tyler Durden: “Somos la mierda cantante y danzante del mundo” somos mierda, sí. Todos, sin excepción alguna, somos un conglomerado de frustraciones, traumas, filias, fobias, malas artes y otros deshechos de la condición humana, bueno, más que desechos son rasgos definitorios, pues lo que nos hace humanos es nuestra capacidad de engañar, mentir, y, en general, de ser malvados. Ningún otro ser vivo de los que moran en nuestro amado y maltratado planeta tiene esa capacidad para ser destructivo con sus congéneres y el resto de especies. Lo que mueve a los animales a realizar sus acciones es puro instinto, lo que nos lleva a afirmar sin ningún atisbo de duda no hay mal en sus corazones. Todas las especies cumplen el ciclo de la vida, salvo la humana. Los animales y las plantas viven en armonía con el resto de la naturaleza, y diréis: “No! Estás equivocado! Lo que nos distingue de los animales y las plantas es nuestra inteligencia. ” Pues os diré que tenéis toda la razón. La inteligencia del hombre no solo nos ha proporcionado todos los avances y el dominio físico sobre el resto de especies, pero de una forma paradójica, somos los últimos seres vivos en dominio moral. Y encima nuestra soberbia nos lleva a decir que somos la especie superior, “Los elegidos de Dios” Manda huevos.

De todos los rincones oscuros de nuestra mente que he mencionado antes, hay unos cuantos que sobresalen y envuelven al resto: La falsedad, la hipocresía y la soberbia. Todas las personas somos falsas, soberbias e hipócritas en el momento en el que nos calificamos de buenas personas. ESO NO EXISTE. Y lo digo así, tal cual, sin cortarme un pelo. Nadie es bueno, y lo peor de todo, es que todo el mundo se empeña en serlo. Pues bien señoras y señores, ese es el peor pecado.

Me producen un odio y una repulsión permanente aquellas personas que pese a ser tan miserables como el resto, se empeñan en tapar su bajeza mediante engaños. Los seres humanos somos malvados, no me cansaré de repetirlo, y no hay engaño que valga. Todo termina saliendo, y es doloroso. Muchos afirman ser buenas personas, pero solo eso es un intento patético de autoconvicción para sentirse mejor con uno mismo.

Lo mejor que podemos hacer es no esperar nada bueno de nadie, Asumir a nuestro oscuro pasajero e intentar sacarle el máximo provecho para estar en paz con nosotros mismos y dejarnos de chorradas hipócritas sobre la condición humana.

domingo, 22 de abril de 2012

Cambiar.

Determinados momentos en la vida de una persona nunca se olvidan, en mi caso, al ser una persona muy reacia a los cambios, esos grandes momentos que nunca conseguiré olvidar son los grandes cambios que han ido aconteciendo en mi vida.

Porque sí, soy reacio a los cambios, me cuesta muchísimo, ahora mismo no estoy en un buen momento de mi vida, y aún así, si se me presentase una ocasión para mejorar, me costaría muchísimo decidirme y lanzarme a ello. Es por eso que el pasado sólo me recuerda a esos momentos en los que no quise cambiar por mucho que el mundo me obligaba a ello. Me encanta la rutina, me encanta ver mi vida pasar sin sobresaltos, lenta pero segura, sabiendo que encontraré más allá como si de un río pequeño se tratase, pocas curvas, el agua tranquila y pausada, sabiendo de donde viene y adonde irá. Pero la vida no está hecha para prevalecer en un estado perpetuo de calma. La vida es cambio, conflicto e imprevisibilidad. Un día estás bien y al otro mal, para volver a estar bien. Yo no estoy hecho para esto, pero seguiré luchando, seguiré luchando para encontrar esa situación que me permita sentarme a hacer planes de futuro sin pensar en variables, seguiré esperando esa vida en la que sepa que puedo esperar de mí y de ella.


Dije al principio que los grandes cambios en mi vida eran lo que más me atormentaba, y es cierto, a la mayoría de las personas las definen sus experiencias, sus vivencias, y la gente con quien se relaciona, a mí por el contrario, me definen los cambios en mi vida, y las personas que han conseguido influir en mí lo suficiente para que mi vida cambiase por sus acciones.

Ahora no sé donde estoy, estoy en medio de un cambio, un cambio que dura ya seis meses, pero cuya naturaleza aún me es esquiva, no sé adonde se dirige mi vida, pero sea lo que sea, supondrá un cambio, y por si no había quedado claro, ODIO CAMBIAR.

martes, 17 de abril de 2012

Pregunta.

Toda mi vida he pensado que aquellos que vivían en la ignorancia eran muy felices, que el desconocimiento les hacía seres inocuos a las desgracias del mundo, pero la vida me ha enseñado de golpe y porrazo que eso no es así.
Se puede vivir sin saber, sí, incluso aquellos que viven llevando una existencia sencilla al margen de los grandes secretos del mundo, ocupándose de sus propios asuntos, consiguen una especie de paz parecida a la felicidad.
El secreto de las ansias de saber, de la curiosidad, es algo tan inherente en el ser humano que es lo que nos define como especie, todo empieza con un simple ¿por qué? y eso nos lleva a descubrir nuevas preguntas, hasta que al final, llegamos a una pregunta que nos es imposible contestar. Esa pregunta entonces se convierte en nuestro mantra, en nuestra razón de ser, en lo que nos mueve en la vida, y la desesperación por no poderla contestar nos corroe por dentro.
Yo tengo una pregunta, tan sencilla que os haría reír si os la hiciese, pero os juro que no me deja dormir por las noches, que la tengo presente en cada momento de mi vida. No paro de pensar en ella, y lo cierto es que se me han ocurrido mil y una posibles respuestas al respecto, pero ninguna me convence. ¿Significa eso que ninguna de ellas es la respuesta correcta? puede que todas sean correctas, o quizás ninguna. Lo que la vida me ha enseñado, sin embargo, es que no hay mejor respuesta que aquella que no suscita más preguntas, y ninguna de mis posibles respuestas a La Pregunta hace otra cosa que plantearme nuevos interrogantes, y eso es lo que estoy buscando, una respuesta que aplaque por fin mis ganas de saber.